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Una pequeña reflexión sobre confrontación en los Campos de Hielo Sur

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Por: Caleb Yunis Lizana


Aún no he tenido la oportunidad de visitar personalmente los Campos de Hielo Patagónico. De hecho, debo admitir que, antes de comenzar a estudiar sobre glaciares, mi conocimiento de éstos se reducía a lo sublime de su belleza, a su gran atractivo turístico a nivel mundial y a la necesidad de conservarlo por ser una gran reserva de agua dulce. Esto guarda estrecha relación con una controversia geopolítica que recuerdo existe desde mi infancia y que se mantiene vigente hasta el día de hoy: la discusión entre Argentina y Chile por delimitar sus fronteras en los Campos de Hielo Sur.  

Oficialmente, en 1998 ambos países han acordado que el establecimiento de la frontera en los Campos de Hielo Sur- específicamente en un polígono dibujado entre el Cerro Daudet y el Monte Fitz Roy (como se puede ver en el Mapa 1)- se encuentra pendiente y que su delimitación definitiva se encarga a la Comisión Mixta de Límites. Sin embargo, esta problemática aún permanece viva y se manifiesta en un largo debate que enfrenta a políticos y académicos de ambas naciones respecto a la interpretación de antiguos tratados limítrofes, a la difusión de mapas turísticos que no reconocen el acuerdo vigente, y a la elaboración y difusión del inventario de glaciares argentino que incorpora zonas que son parte de la discusión por delimitar la frontera entre Chile y Argentina. Incluso se podría inferir que, de forma inherente en este debate, existe una visión confrontacional respecto a la nación vecina, caracterizándola como una figura ambiciosa y expansionista, que amenaza a los intereses nacionales con sus pretensiones territoriales al pretender apropiarse de un recurso valioso para la población nacional.

Con certeza puedo decir que conozco y hasta cierto punto- cada vez más lejano- comprendo esta visión confrontacional producto de estar expuesto a los medios de comunicación chilenos y a uno que otro pariente o conocido que, al enterarse de algún punto de tensión o posible conflicto con algún país vecino, no duda en expresar su amor a la patria y la necesidad de defender nuestro territorio. Sin embargo, también puedo afirmar que he podido tensionar y ser más crítico respecto de estas ideas al acercarme a distintas experiencias internacionales que demuestran otras formas de ocupar territorios congelados basadas en la cooperación, a pesar de que son de interés de distintas naciones. 

Uno de los ejemplos más claros de ello es el uso del territorio antártico, definido en el Tratado Antártico de 1959 -del cual Chile es uno de los países firmantes. En ese documento se declara que la Antártida se utilizará exclusivamente para fines pacíficos, siendo la labor y cooperación científica internacional su principal uso. Posteriormente, en 1991 se firma el Protocolo al Tratado Antártico sobre Protección del Medio Ambiente, en el que se promulga el compromiso a que se proteja el medio ambiente antártico y sus ecosistemas, designándola así, como una reserva natural en la que solo se pueden realizar investigaciones científicas. 

Otro ejemplo internacional que me ayudó a tensionar la visión confrontacional es el caso del proyecto de investigación ‘Italian Limes’, a cargo de Marco Ferrari y Elisa Pasqual. En este estudio, se buscó cuestionar la delimitación inmóvil de la frontera entre Italia y Austria en los Alpes producto del derretimiento de sus glaciares causado por el calentamiento global. Este equipo buscó monitorear y representar en ‘tiempo real’ las transformaciones de la frontera entre ambos países; y, para lograrlo, instalaron sensores en distintos puntos de la montaña conectados inalámbricamente con un aparato que trazó en un mapa los movimientos del territorio y el consecuente desplazamiento de la línea fronteriza.

Por otra parte, no solo he podido ver que la experiencia internacional permite cuestionar la visión confrontacional, sino que también, para mi grata sorpresa, ha habido algunos intentos por generar otras relaciones con los glaciares de los Campos de Hielo Sur que van más allá de verlos únicamente como un recurso a ser explotado en beneficio de un solo país. Un ejemplo es la creación de Huella de Glaciares, un sendero turístico binacional que se basa en una alianza entre las localidades de El Chaltén, en Argentina, y Villa O’Higgins, en Chile. Con este recorrido, los turistas no solo pueden conocer glaciares, lagos y montañas de ambos países, sino que también se fomenta aún más a sus respectivas economías locales. 

Otro ejemplo de cooperación en los Campos de Hielo Sur es un proyecto comentado el año 2019 en la Cámara de Senadores por el parlamentario Carlos Bianchi, de crear un Parque Binacional de la Paz que unifique la gestión de los Campos de Hielo Sur entre ambos países y apunte hacia la protección de sus glaciares frente al cambio climático. Lamentablemente, hasta el día de hoy esta iniciativa no ha vuelto a ser discutida en la Cámara, ni he logrado encontrar mención de ella en otros medios o círculos.

Si bien no es mi intención mostrar con esta breve reflexión que existen dos perspectivas que son irreconciliables, incomunicadas y que se encuentran divididas de forma absoluta, creo que al conocer sus diferencias es posible tensionar y preguntarnos acerca de nuestras relaciones y acciones con los glaciares. Con ambas visiones es posible ver que cada país tiene sus intereses particulares, que expresan y buscan hacer valer a través de distintas medidas: ya sea desde manifestar declaraciones y búsqueda de defensa del territorio, como al uso de tecnologías o proyectos territoriales cooperativos. Al reconocer dicho punto, también me siento invitado- y extiendo dicha invitación a mis lectores- a preguntarme por aquellos actores/actantes que aportan en el diseño, divulgación y ejecución de estas medidas, y de qué maneras son desplegadas las relaciones que emergen desde éstas: ¿Científicos? ¿Políticos? ¿Comunidades locales? ¿Aparatos? ¿Mapas? ¿Glaciares? ¿Derretimiento? ¿Flora y fauna? 

Acerca del/a Autor/a

Caleb Yunis Lizana es Antropólogo Social de la Universidad Católica de Chile y Magíster en Ciencia, Tecnología y Sociedad de la Universidad Alberto Hurtado. Ha trabajado como asistente de investigación en varios proyectos FONDECYT y actualmente se desempeña como ayudante en el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), en la línea de Desarrollo y Medio Ambiente. Sus áreas de interés son la relación entre las narrativas tecnocientíficas con la creación de imaginarios medioambientales, la ciencia ciudadana, y el diseño y aplicación de juegos como mecanismos privilegiados para generar conocimiento y discusión sobre controversias ambientales.